Como nota curiosa destacar que el día del estreno de Buscant un Bort, al ir cargado de ritmo, timbales, timbalillos, bombo y sonalla; Gustavo estaba desorientado pues la marcha no sonaba como esperaba. Tuvo la idea de organizar la banda de diferente forma que la de costumbre. La parte rítmica delante, acompañamiento y melodías detrás y finalmente los instrumentos de contratiempo.
Se probó y dio resultado positivo. Los aplausos cubrieron de gloria al compositor en el curso del trayecto. Su viuda recordaba como la gente lo llevó a casa a hombros.
Esta nueva formación de la banda, original suyo, persistirá a posteriori. La obra le ha dado a Gustavo el título de renovador de la música festera, abriendo horizonte por el que otros compositores han encontrado formas nuevas de expresión.
También compuso dos motetes de Semana Santa:
* La Dolorosa
* El Nazareno
En 1944 su enfermedad se agudiza y se opera en el Hospital Clínico de Valencia.
Tras la operación y larga convalecencia queda muy resentido. En 1945 es cuando estrena su marcha Buscant un Bort, obra que sentará las bases para una remodelación en las marchas moras.
El 25 de mayo de 1946, nace su hijo Gustavo, el tercero por orden cronológico y el segundo que vive.
Gustavo piensa que debe registrar sus obras en la Sociedad de Autores, pero lo va dejando y el tiempo pasa rápido. El compositor ve asegurado su futuro con los derechos de autor, pero aún no se decide a registrar sus obras. La carpeta, con las partituras y apuntes de Gustavo, pasó de manos de su mujer a las de su banda. Las consecuencias que ello trajo, tras su muerte, fue muy distinto a lo que él esperaba.
En 1945 sus compañeros, músicos y festeros, deciden homenajear al músico y compositor. El 21 de octubre en el teatro Gadea, se organiza un concierto a beneficio de Gustavo Pascual Falcó y en el que colaboran diferentes entidades y personalidades de su pueblo. El homenaje trajo ilusión, alegría y sobre todo agradecimiento. Reconocimiento a una labor hecha y esperanza en poder proseguir la misma tarea. Gustavo recibió el homenaje con serenidad y complacencia.
Este acto fue como el adiós al amigo, aún presente, que unos meses más tarde partiría para siempre. El homenaje consiguió que al menos Gustavo muriese habiendo saboreado las mieles del éxito como compositor, aunque quizá sin imaginarse la trascendencia que su obra iba a adquirir.