“Paquito El Chocolatero” no fue sino la chispa que prendió un gran fuego en su interior.
La personalidad musical de Gustavo está encuadrada en un movimiento renovador, se rompen los primeros moldes. En esta lucha ilusionada por abrir caminos, brilla con luz singular el nombre de Gustavo Pascual Falcó, compositor todavía mal entendido por los críticos, pero un genio para la música festera.
En 1940 Gustavo y Consuelito tienen su segundo hijo, a quien dan de nombre Gustavo.
El niño nace sano y se desarrolla bien, sin embargo, muere a los cuatro años, llenando de dolor a toda la familia.
Gustavo logra ser subdirector de la banda municipal, y llega a ser presidente en 1942 de la Unión Musical Contestana. En 1943 consiguen alcanzar el primer premio del certamen de bandas que se organiza en la vecina localidad de Alcoy. Gustavo realiza salidas esporádicas para acompañar con su clarinete a otras bandas.
Mientras, la inspiración propia le llevó a componer por afición y sus composiciones, primero sencillas y de buen gusto, luego ambientadas en nuestras fiestas, le hicieron famoso en el mundillo musical contestano. Hay una nota que todo el mundo coincide en destacar: la rapidez con que escribe sus obras.
Gustavo compuso varias piezas en esta etapa de la posguerra: pasodobles y marchas moras. En las fiestas de Moros y Cristianos se utilizan para desfilar en la entrada o en las dianas. El pasodoble festero queda enraizado dentro de la propia fiesta.
Gustavo Pascual Falcó compuso los siguientes pasodobles:
Y marchas moras:
* “Navarro El Bort”
* “Un moret plorant”
* “Al peu del castell”
* “No m ho puc llevar del cap”
* “Buscant un bort”