El 7 de junio de 1935, de madrugada se celebró su boda con su novia (desde hacía 14 años) Consuelito. El matrimonio de Gustavo y Consuelito poseía un ingrediente que les unía y separaba a la vez: la música.
Los conocimientos de Gustavo en materia musical son cada vez más profundos, ayudado por Enrique Pérez, su entrega a la banda empieza a recoger sus frutos.
En 1935, en la ciudad de Dénia, se organiza un certamen musical para bandas. La “Unión Musical Contestana” participa y Gustavo sobresale y da brillantez a la pieza obligada interpretando un solo de clarinete. Consiguen el primer premio.
El 18 de julio de 1936, nace su hija Carmen, justo el día del alzamiento militar.
El verano del 37 transcurre con cierta calma en Cocentaina. Gustavo disfruta los días de vacaciones junto a la familia de su mujer. Los tres hermanos, con sus respectivas familias, veraneaban en una casita a los pies de la sierra Mariola. Gustavo solía escuchar en la radio los acontecimientos de la guerra y escuchaba también música, su buen oído musical hizo que tomase como costumbre, el trasladar a papel pautado aquellas melodías que escuchaba por la radio.
Paquito, su cuñado, cogía la caja y Gustavo el clarinete, y era entonces cuando las ideas plasmadas en el pentagrama se interpretaban.
El verano finaliza y Gustavo es llamado a filas. El nuevo soldado se traslada a Alicante, en donde después de pasar la revisión médica ingresa en el Hospital Militar; donde no le practican ninguna intervención quirúrgica, ni cura alguna, sólo reposo y soledad.
Al final, mediante un pariente, consigue regresar a casa, es dado como soldado no útil pero tiene que permanecer en su casa todo el período que dure la guerra.
Al finalizar la guerra, la vida vuelve a tomar su marcha normal. Gustavo, un tanto recuperado después del reposo obligado reanuda su trabajo en la fábrica de Riera.
Se había acostumbrado ya de tal manera a tener el tiempo libre para dedicarlo a la música, que adoptó el hábito de llevar siempre encima unas hojas de papel pautado y un lápiz. Cuando en el trabajo le venía la inspiración plasmaba sus ideas en el papel, a las que después daría forma. Su sensibilidad al ritmo era tal que era capaz de transformar los ruidos metálicos y sordos de las máquinas en notas musicales. El tiempo de componer ha empezado.